Pues estábamos en que el narrador se te subleva y no es capaz de contar las cosas. Cosa grave. Porque los narradores se salen de madre más que los protagonistas. Se creen los dioses de la novela y todo baila en torno a su percepción.
Otra alternativa es que el narrador sea el protagonista. Pero la narración es muy subjetiva, porque acaba contando lo que quiere que pase, no lo que pasa. Hay que ser un maestro como Pérez Reverte para que no se te escape hacia la última página cuando estás en la quince.
En la novela ¡ESTAS MUERTO, CABRON! opté por un narrador con vida y personalidad propia: Hades, el dios del inframundo. Me lo sugirió una consultora de literatura y tenía toda la razón. Los dioses permiten mejor juego.
Pero para domar al narrador y, sobre todo, domar la trama, hace falta una cosa superimportante: disciplina.
Hay grandes creadores que trabajan en el caos: folios por aquí, notas por allá. Hoy el capítulo tres, mañana el capítulo doce y a final de semana el final de la novela. No me gusta nada.
Picasso decía aquello tan manido de que la inspiración te llegue cuando estás trabajando. Pues eso. Y para eso hace falta mucha disciplina. La inspiración va revoloteando entre fichas y bolígrafo, entre el ordenador y el diccionario y suelta dos frases. Y si tienes disciplina sabes que esas dos frases se te escapan.
Por eso y más cosas la disciplina es importante. He dedicado durante meses dos horas por la mañana y dos a tres horas por la tarde.
Y cuando había tejido un primer original, cuatro horas seguidas por la mañana. Y no más de un folio por día, que García Márquez no pasaba de la cuartilla que tiraba a la papelera al día ,siguiente y reescribía otra vez el folio en blanco.
Aunque tengas la novela y su trama en la cabeza, hay que tenerlo todo apuntado. Puede ser una libreta al uso o la APP de notas del teléfono móvil. Esto resulta muy útil. Y la tarde o la noche (soy insomne) la dedicas a repasar libros, consultar internet y ordenar las notas para el capítulo veinte, que escribirás dentro de un par de meses. Todo anotado y bien anotado.
Solo los genios se permiten sentarse ante el folio en blanco sin más que un trocito de historia en la cabeza. Y no soy un genio. Por lo tanto, aconsejo disciplina y paciencia. Y tejer y destejer, lo que ya dijo en el primer post.
Y cada tres meses, todo al cajón o a la memoria del ordenador y te dedicas a ver series de máxima vulgaridad. Cuando vuelves te entran ganas de tirarlo todo a la basura y volver a empezar. Pues eso. Otra vez a tejer y destejer con disciplina.
Y el libro que aconsejo hoy va de venganzas.
Algunos lectores me hablan de que he exagerado el papel del mal en la vida sin valorar el papel del bien.
Por eso recomiendo el libro Las grandes venganzas de la historia, de Gonzalo Ungidos, en Ed. La Esfera de los libros. La vida está llena de venganzas por mil motivos. Y la venganza es una forma de mal.
¿Se forma de venganza se te ocurre a ti, querido-a lector-a?