Francisco Umbral alumbró un modelo de marketing cultural cuando mostró su cabreo ante Mercedes Mila porque no le dejaba hablar de uno de sus libros en TVE.
Cierto que vaya donde vaya un autor tiene que hablar mucho de él y poco de su obra. De la novela solo lo justo, para convencer al público presente o a la audiencia televisada que el libro es magnífico. Que lo compren o no es otro aspecto del negocio. Lo importante es que hablen mucho de ti, preferiblemente mal, y algo de tu libro.
Y para ello, Umbral urdió su protesta (“He venido a hablar de mi libro y no me dejas”). Todo el mundo recuerda la frase y nadie el libro que con tanto ímpetu el escritor quería presentar.
Y claro: todo el mundo se apuntó a hablar de las vicisitudes de un autor y poco de literatura. Nos encanta mucho chismorreo y poco la cultura.
Por eso, ayer miércoles, 10 de abril, en Madrid, en un atractivo y original local, repleto de libros para acompañar, seguí la estela de Umbral (con todos mis respetos) y hablé de mi novela ¡ESTAS MUERTO, CABRON! para que el público hablara de mí.
Conté mucho de mi persona y poco de la novela.
En el café literario Maria Pandora y, provocado por mi presentador Álvaro Martí Valcárcel, hablé de guerras, amores y sexo ante un público formado por amigos, familiares y algún enemigo. Del mal hablé poco porque había niños y el fondo de la catedral de la Almudena imponía mucho.
Y dos palabras de la novela, por no destripar el ansia de compra. Pero me resultó agradable y comprometedor. Ya se sabe que los escritores somos muy narcisistas y nos gusta hablar sobre cómo nos visitan las musas.
Total. Una presentación para el recuerdo porque habrá más. Tengo cola para las sesiones de tortura. Pero hay que salir a venderse uno mismo. Si además compran la novela tengo pagada la paella del domingo.
Gracias a todos y en especial a Álvaro y a María Luisa Toribio, que aguantó en su momento la corrección de mi novela y está dispuesta a cuidarme en la siguiente de la trilogía.
Gracias.