La Manzana de la Sabiduría

La sabiduría de los robots

Fecha
Categoría
Libros, Reflexión
imagen de la película 2002 Odisea en el espacio

Desde que Isaac Asimov creó las tres leyes de la robótica, la literatura y el cine han superado la imagen de los robots a lo Frankenstein (el moderno Prometeo) para enseñarnos un robot humanoide o una luz que sabe hacer de todo e, incluso a veces, sabe hacer el mal.

Y cuando el robot está descontrolado, el humano lo destruye o es su víctima. Es un formato habitual en las películas de ciencia ficción, incluso en ‘Yo Robot’. Pero esa cultura contra robótica es una de las causas del temor que registran muchos humanos ante la Inteligencia Artificial.

Valoremos que malamente le hubiera ido a la humanidad si la invención de la rueda hubiera tenido tantos detractores. O la máquina de vapor, por aquello de que condenaba al paro a miles de tejedores, como explica Ken Follett en su última novela: ‘La armadura de la luz’.

Son argumentos a la defensiva de aquellos que ni siquiera han intentado hacer el cubo de Rubik. Hay demasiado temor a que un robot sepa más que un humano, sin valorar que siempre es el humano el que tiene la clave suprema: apagar el robot si se sale de las reglas de Asimov y se pone como loco a hacer el mal.

El mal viene de la ignorancia del humano o del robot programado. Aunque algunos que nadan en la sabiduría también tienen tentaciones de hacer y programar el mal. Y ejemplos hay de sobra sobre la belleza del mal y también entre aquellos humanos que utilizan la sabiduría como herramientas del mal.

Pero con ejemplos por todos los extremos hay que dejar siempre a salvo que es el humano quien tiene la capacidad de desconectar el robot que hace el mal. A no ser que otro humano lo haya programado para desobedecer las reglas de Asimov.

El mejor ejemplo es la gran película ‘2001 Odisea del espacio’ en la cual Kubrick, sobre una novela de Arthur C. Clarke, deja claro el dominio del hombre sobre la tecnología, creando en 1968 una nueva etapa en la ciencia ficción con robots.

La computadora ‘Hal 9000’, convertida en la Inteligencia Artificial de la nave, se descontrola y toma el poder frente a los humanos que pueden cometer errores en el gobierno de la estación espacial MIR.

Pero un humano tiene más esquinas que la super inteligencia  heurística y aplica una táctica humana para aplacar a Hal. Simplemente mete mano al enchufe y el robot se queda sin energía.

Y aunque hay una cuarta regla que propone a los ingenieros tecnológicos programar los robots para que busquen su propia energía, lo cierto es que esa regla no se aplica, ni siquiera en los coches eléctricos o híbridos.

Al final resulta que es muy fácil evitar que la Inteligencia Artificial haga el mal. Al igual que a los Gremlins, hay que evitar mojar a los robots y darles de comer después de medianoche.

 

imagen con las tres leyes de la robótica de Asimov escritas

 

 

imagen de la firma de una persona

 

 

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