La Manzana de la Sabiduría

Evaluación Moral

Fecha
Categoría
Reflexión
Hombre en actitud pensativa mirando hacia arriba

La evaluación moral ya no existe

Puede existir el bien con mala intención y el mal con buena intención. Así de complicada está la ética a estas alturas de la civilización europea.

Y todo porque el narcisismo reinante desvía como subjetivo cualquier evaluación moral. Lo bueno, lo malo, el bien y el mal son valores subjetivos en función del interés de la calificación.

Y por eso resulta imposible que se establezcan criterios homologables y justos sobre cuestiones como el racismo, la violencia de género o incluso los valores de pobreza y riqueza. Todo es subjetivo, como la verdad y la mentira.

La verdad hay que pensarla, meditarla. La mentira es simplemente una consigna. Por eso en esta sociedad manipulada no sabemos dónde empieza una mentira o termina una verdad. ¿Repasamos los mil ejemplos de la actualidad más inmediata? ¿Dónde empiezan o terminan la verdad y la mentira con los tambores sobre Begoña Gómez, Ayuso, Rubiales o el precio del aceite?

El valedor de la evaluación moral, el filósofo David Hume, se quedaría de piedra ante la imposibilidad de calificar éticamente un juicio de valor, el sujeto o el objeto de una evaluación. Todo se valora emocionalmente y las pasiones están en cruzada frente al racionamiento.  Las consignas frente a las verdades.

Es tan extremado este fenómeno emocional que la evaluación moral se establece entre lo nuestro y lo de ellos. Nosotros tenemos moral y no aceptamos que ellos, las culturas musulmana, budista, china o congoleña, tengan su propia moral. Kant es el único dios moral.

Por eso en mi novela ¡ESTAS  MUERTO, CABRON! genero la confusión ante el derecho a la venganza de las mujeres que matan a los hombres para vengarse. La evaluación moral siempre sería la condena de estas mujeres. Pero todos los días vemos a los hombres maltratadores repetir su acción sin tener sentimiento de culpa. ¿Por qué no pueden hacerlo las mujeres?

Al final la evaluación moral solo me deja abierta una puerta: es una distopia.

imagen de la firma de una persona

 

 

 

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