La admiración por Lord Bayron obliga a atender la corrección de que el sexo va unido al amor o que el amor es necesario para el sexo.
Pero como pienso, y he manifestado por escrito, que Lord Bayron gestó un desastre, pues no atiendo la sugerencia admirativa de lo correcto. Y así queda evidente en mi novela ¡ESTAS MUERTO, CABRON! : ¡Nada de amor|. Todo sexo y deseo.
El Sr. Bayron, que se metió en el lio filohelenista por puro romanticismo, nos desvió hacia el amor entre los hombres una vez racionalizado el amor por Dios.
Aunque pasados los años, ahora todo eso suena a un exceso puritano:
puede uno estar lleno de amor y falto de sexo y al contrario.
Así que me he ido a ojear el libro Premio Azorín 2003, de Javier García Sánchez, Dios se ha ido, y allí me he encontrado con frases de una sonoridad apabullante, aunque habla poco de Dios y mucho de él mismo.
Y me quedo con una frase que razona así: ‘’El amor, a las novelas. El sexo, pagado’’. Y ni siquiera hace falta explicar cómo pagarlo (cada cual que elija la manera). Pero si insiste en la primera página del libro que es mal asunto mezclar los reclamos de la química corporal con los sentimientos o las ideas.
Aunque también es posible que uno se sienta fracasado si no disfruta de un amor de novela o apenas tiene la disponibilidad de una tarjeta prepago para practicar el sexo.
Pero la frase da para una buena reflexión.
¿Adolece usted de un amor de novela? ¿Paga el sexo con tarjeta de El Corte Inglés? Cuente, cuente …